¿Cómo se crearon las artes marciales?

 Generalmente nos gusta imaginarnos que las artes marciales tuvieron un origen “honorable”, “admirable” y hasta “épico”. Y pensamos que fueron creadas por los samuráis japoneses (o los militares chinos, o indios, o griegos, etc.) para usarse en la guerra.

Porque esto es lo que nuestros instructores nos cuentan. Porque esto mismo les contaron sus propios instructores. Y así, hasta principios de los tiempos, el mito se retroalimenta solo.

Y nadie lo cuestiona, simplemente porque “eso me dijo mi Sensei, que estudió directamente con el Sensei Fulano, quien fue alumno personal del Súper Sensei Mengano, quien a su vez fue alumno exclusivo del Mega Súper Sensei Perengano...”, nos dicen.

Pero no existen muchas pruebas ni documentación que avale tales mitos. Todo se cuenta de oídas, porque los primeros maestros fundadores deliberadamente lo diseñaron así. Las artes marciales se transmitían de manera personal, oralmente.

La realidad es que, en la guerra, los samuráis preferían 100% usar un arma (ya sea su famosa espada “katana” o una lanza, o arcos, flechas y hasta fusiles), y casi no usaban artes marciales a mano limpia. Y los samuráis dejaron de dedicarse a la guerra desde hace siglos, tras la unificación de Japón lograda por el Shogun (“Caudillo”) Tokugawa Ieyasu en el siglo 17.

La única vez que se ha documentado el uso de artes marciales en una guerra de manera fehaciente, fuera de los mitos, fue en la famosa “Rebelión de los Bóxers” en China, entre 1899 y 1901. Los “bóxers” (en realidad practicaban kung fu, pero en ese tiempo en Occidente se le conocía como “boxeo chino”) se rebelaron contra las potencias europeas que estaban invadiendo China.

Pero al final, pese a todos los mitos y su kung fu, los “bóxers” fueron apabullados completamente por los ejércitos occidentales, lo cual no habla muy bien de la supuesta efectividad guerrera de las artes marciales sin armas.

Otro mito es que las artes marciales son el resultado de “concienzudos” estudios cientifico-psico-motores para lograr la máxima efectividad.

Si esto fuera cierto: ¿Dónde están esos estudios? ¿Quién los hizo? ¿Qué institución o laboratorio o expertos? ¿Dónde publicaron los resultados? ¿Quién los analizó y revisó para ver si fueron válidos? ¿Cuál fue la metodología? ¿Cuál fue el número de la población estudiada, el grupo de control, las variables, y todo lo que se usa en un estudio científico serio?

No hay nada de eso. Todo es: “El fundador de nuestro estilo hizo estos cambios después de “exhaustivos estudios científicos serios”, pero nunca presentan documentación confiable. Y hasta donde sabemos, ninguno de los fundadores de los actuales estilos de artes marciales tuvieron formación científica ni los recursos para hacer estudios a ese nivel.

Los únicos estudios que existen son recientes, de los siglos 20 y 21, cuando ya las artes marciales habían sido creadas y popularizadas. Antes de esto no hay nada.

Entonces, ¿cómo se crearon las artes marciales?

La realidad es que las artes marciales actuales seguramente fueron creadas de manera espontánea y hasta caótica, sin ningún orden ni agenda, por personas muy distintas. Es una ensalada de diferentes ideas y conceptos de gente que quizá tuvo cierta experiencia empírica y práctica, pero no al nivel “guerrero” o “científico” que se les adjudica.

Sí, quizá originalmente algunas de esas técnicas tuvieron sus antecedentes históricos en la guerra (después de todo, un golpe es un golpe), pero esas técnicas han ido cambiando constantemente por varios motivos: para mejorar la salud, para aplicarse en competencias deportivas y hasta por simple estética, para verse “bien” ante una audiencia, no necesariamente para ser efectivas en la guerra, como muchos claman.

Esto no tiene nada de malo si estamos perfectamente conscientes de sus alcances, y sobre todo de sus limitaciones, y las disfrutamos por todos los beneficios que traen a nuestras vidas en general. 🙇‍♂️

(9 de julio de 2021)

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