Todos somos distintos: no hay nada más personal que las artes marciales

 






No hay nada más personal que las artes marciales, simplemente porque cada uno de nosotros somos distintos.

Por esto, creemos que la estandarización fue uno de los peores errores que les ocurrió a la enseñanza de las artes marciales.

Claro, los seres humanos no somos animales de distintas especies, como la caricatura de esta publicación.

Pero cada uno de nosotros poseemos capacidades distintas.

Por ejemplo, sabemos que los distintos estilos de kung fu nacieron en China como una representación de las necesidades y las capacidades de sus creadores.

En en el caso del karate, está documentado que los maestros fundadores del arte en Okinawa aprendieron varios estilos de pelea (incluyendo kung fu) y los cambiaron y adaptaron a sus propias necesidades.

No olvidemos que cada estilo es simplemente la interpretación personal de su fundador. Nada más.

Lo curioso es que estos maestros también adaptaban sus enseñanzas a cada uno de sus alumnos, pues entendían esas diferencias.

Estos maestros de Okinawa generalmente tenían pocos alumnos, por lo que se podían dar el lujo de personalizar sus enseñanzas y hasta sus katas. Por eso tenemos tantas versiones y estilos distintos hoy en día.

Pero años después, ya en la isla principal de Japón, se comenzó a estandarizar la enseñanza del karate, particularmente en Tokio, pues fue imposible para los primeros maestros personalizar sus clases cuando tenían 50, 100, o más alumnos.

Por ello se puso más énfasis en pulir las técnicas de una manera específica y generalizada para todos, especialmente con un enfoque atlético, pues generalmente los primeros alumnos de karate fueron universitarios de entre 20 a 30 años, en la plenitud de sus capacidades físicas.

Pero las artes marciales no deben ser exclusivas para hombres jóvenes y atléticos.

Las personas mayores, los niños, los ancianos, las mujeres de baja estatura, o incluso gente con sobrepeso se pueden beneficiar, si se adapta la enseñanza a sus capacidades.

¿Eres grande y pesado? Quizá te beneficiaría enfocarte en golpes, y practicar patadas a las rodillas, en lugar de darlas a la cabeza.

Quizá puedas practicar más agarres y proyecciones para sacar más ventaja a tu peso.

¿O en cambio eres delgado y pequeño? Entonces quizá te beneficie más enfocarte en la velocidad y movimiento. Y claro, en las patadas a la cabeza.

No se trata de limitar a los alumnos. El grande y fuerte puede aprender a dar patadas a la cabeza también si quiere, y el pequeño y delgado puede y debe aprender agarres y proyecciones.

Pero como lo muestra la imagen, no todos somos capaces de trepar un árbol tan bien como los simios.

Quizá algunos seamos fuertes como elefantes, ágiles como canguros, o podemos nadar como pingüinos o focas.

Un buen maestro sabrá cómo enfocarse en nuestras diferencias y sobre todo, en nuestras fortalezas como alumnos.

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