Imagínate que eres un maestro fundador del karate entre los siglos 19 y 20.


 

Imagínate que eres un maestro fundador del karate entre los siglos 19 y 20.
Tu país, el Japón imperial, se está modernizando rápidamente, y el gobierno quiere promover su imagen de país civilizado ante las potencias occidentales.
Y para demostrarlo, Japón busca promover su cultura ante el mundo. 
Incluídas las artes marciales.
El karate era entonces un arte desconocido: se practicaba casi en secreto en una de las más alejadas y atrasadas de las provincias japonesas: Okinawa.
En ese tiempo, muchos japoneses consideraban al boxeo occidental como el ejemplo perfecto de un deporte de combate "civilizado", y querían presentar su propia versión. 
Por esto, al gobierno imperial le interesó el karate.
Varios altos funcionarios, incluído el mismo príncipe imperial, llegan a tu aldea en Okinawa y te piden A TI que les demuestres tu karate, pues les interesa quizá enseñarlo a niños en las escuelas.
Y entonces tú, como maestro, te preparas a demostrarles orgullosamente las mejores técnicas del karate:
* Estrangulaciones
* Desgarres
* Estocadas a ojos
* Fracturas a extremidades
* Patadas bajas
* Ataques a garganta y genitales
* Pisotones
Y entonces, miras las caras horrorizadas de de los maestros de escuela, padres de familia, los abuelos y los niños... 
...Y los funcionarios imperiales, que se retiran indignados.
“¿Acaso vamos a enseñar tales brutalidades a nuestros hijos?”, seguro pensarían.
Y al mismo tiempo, miras las caras felices de tus rivales marciales, quienes están tomando nota de tus técnicas favoritas, porque, ¿quién sabe? Algún día quizá les sirvan.
Hmm, no.
En cambio, mejor decides mostrarles movimientos simples, elegantes, e inofensivos (o al menos que lo parezcan).
Es decir, ESCONDES las aplicaciones más brutales, no necesariamente que los elimines.
¡Y todos encantados!
Especialmente las autoridades imperiales.
—¡Bravísimo!— te felicitan, —¡Pero qué movimientos tan interesantes! ¿Para qué sirven?
—Ayudan a la salud física y mental, para mejorar como persona y para servir mejor a un imperio civilizado, como Japón —respondes como sensei, orgulloso.
—Y todos pueden aprenderlos, adultos, ancianos, incluso niños.
—¡Perfecto! Esto es exactamente lo que estábamos buscando— te dicen los funcionarios encantados.
Esto fue lo que, a grandes rasgos, le ocurrió al karate cuando pasó de su origen tradicional, a su forma moderna actual.
En una palabra: "POLÍTICA".
Claro, algunos maestros sí continuaron enseñando las aplicaciones originales de los movimientos, pero sólo a ciertos alumnos privilegiados, y de manera privada. 
Lamentablemente, muchos fallecieron durante la 2a. Guerra Mundial, y se llevaron sus conocimientos a la tumba.
Pero fueron los movimientos estéticos e inofensivos los que promovieron el karate a nivel mundial, para bien o para mal, y se siguen practicando hasta hoy en día.
Por eso siempre insistimos que debemos conocer la historia, cultura y hasta política del país donde nació cada arte marcial, para entenderlos (y enseñarlos) mejor.
Para que luego no te sorprendan algunos "sabelotodos" con su consabido: 
--¡eZ mEnTiRa kE eL kArAtE tEnGa aPliKaZiOnEz zEkReTaZ! 🙇‍♂️
(Por cierto, el movimiento "elegante e inofensivo" que mostramos aquí, se llama "Manyi Uke" en japonés, y puede usarse, por ejemplo, como un agarre de pierna, derribo y ataque a los genitales.)

(4 de mayo de 2024)
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