“¡Oigan todos! ¡Él es un ‘Grand Master’ con más de 30 años en las artes marciales!”

 

“¡Yo tengo 20 años (o 30, o 100) practicando karate y tengo un quinto (o sexto o décimo) dan y soy un Kyoshi (o Renshi o Kancho o Grand Master)!”

Hemos escuchado frases similares en incontables ocasiones.

Dichas, por cierto, por personas a quienes nadie les preguntó.

De hecho, en los sitios de artes marciales de internet es uno de los comentarios más escritos por los usuarios.

Siempre nos hemos preguntado qué pretenden estas personas al repetir esto.

¿Presumir, simplemente? ¿Arrogancia pura?

Es como decir: “¡Hey, mírenme, mírenme y respéteme, que soy mejor que todos!”

Por supuesto, hay gente que tiene 10, 20, 30 años en artes marciales o más y que son cinturones rojos, o incluso grandes maestros.

Pero, ¿y qué?

Sinceramente, a NADIE le importa. Hay que decirlo, aunque les duela a algunos. Es la realidad.

Vamos, si ni siquiera a los propios practicantes de artes marciales les importa, ¡mucho menos a la gente que no las practican!

¿No lo cree?

Por ejemplo, ¿cuántas veces hemos acudido a seminarios o a clases y hemos visto como esta clase de personas se pavonean tratando de “corregir” a todo mundo, o gritando a los cuatro vientos sus conocimientos o su grado?

¿Y cuál es el resultado?

Nadie los admira.

Nadie los alaba.

A nadie le importa.

Aún siendo practicantes del mismo arte marcial o de la misma asociación o escuela.

A menos, claro, que esa persona sea reconocida y admirada por todos, o que sea quien imparte el seminario, o que ese “grand master” sea tu propio sensei, o el sensei de éste.

En esos casos, esos “masters” sí son dignos de admiración, pero no porque se anden promocionando a sí mismos a cada minuto, o corrigiendo a cuanto artista marcial tenga la suerte de practicar a cerca de ellos, sino porque son BUENAS PERSONAS.

¿O quizá sirva como publicidad, para atraer estudiantes, para promocionar un dojo entre padres de familia que no saben nada de artes marciales?

Desafortunadamente, el tener 10, 20, 30, 50, 1000 años practicando artes marciales no garantiza que seas un buen artista marcial.

Simplemente significa que llevas mucho tiempo practicándo.

Pero esto no implica que lo practiques BIEN.

Tampoco significa que sepas mucho de tu arte: hay quienes quedan atrapados en los básicos por décadas, pensando que la repetición incesante, incasable, exhaustiva “es lo correcto”, sin tener un objetivo más que la perfección técnica en sí.

Mucho menos significa que seas una buena persona o un ejemplo a seguir, como ya dijimos en otra publicación.

Algunos no saben ni siquiera defenderse de una pelea.

Otros están en terrible condición física o incluso obesos y no podrían ni siquiera salir corriendo en caso de ser atacados.

Entonces, ¿por qué ese afán de presumir niveles, grados, experiencias, aun teniéndolos?

¿Inseguridad? ¿Arrogancia? ¿Necesidad de reconocimiento?

Algunos de estos pavorreales se llenan la boca hablando del “Budo”, pero en la práctica no lo siguen. Sus acciones los delatan.

Por supuesto, no faltará aquél que diga: “¡Oye, pero es que yo me gané esos grados con mi sudor, dolor y lágrimas! ¡Es justo que me los reconozcan”.

Claro, si te los ganaste a pulso, ¡enhorabuena!

Pero eso es distinto a andar paseándose como pavorreal exhibiéndolos para que todos digan: “¡Ah!” “¡Mira qué experto es ese karateka!”

Dos de nuestros senseis nos enseñaron ejemplos muy distintos.

Ambos fueron japoneses y también sudaron, sufrieron y se ganaron sus grados a pulso, uno en Tokio y el otro en Okinawa. Ambos eran noveno y décimo dan.

Y NINGUNO de los dos lo andaba presumiendo en público, al contrario: Eran tan humildes, que uno de ellos prefería usar un cinturón negro liso, sin rayas, igual que la mayoría de sus propios alumnos avanzados.

El otro prefería usar un cinturón blanco e igual lo exigía a sus estudiantes, independientemente del nivel.

Ambos eran profundamentente respetados y admirados por todos, sin necesidad de exigir respeto.

Los títulos y el respeto nos los debemos ganar, no imponerlos en los demás. Aun si (creamos que) los merezcamos.

Pero no por ser karatekas o “grand masters” o “Kyoshi”, sino por ser personas buenas y, sobre todo, humildes.

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