¿De verdad sirven los exámenes de artes marciales?


 



¿De verdad sirven los exámenes de artes marciales?

Nunca hubiéramos pensado en esta pregunta, sino hasta que nos ocurrió lo siguiente:

—Aquí está tu cinturón— dijo el sensei su alumno, así sin más.

Lo miramos sorprendido.

—¿Así, nada más? ¿No va a hacer un examen?—preguntamos incrédulos.

—¿Examen? No, no. ¿Para qué poner exámenes?— respondió el sensei aburridamente— Los exámenes son una pérdida de tiempo y una tiradera de dinero.

Continuó:

—Yo ya conozco a mis alumnos, yo fui quien les enseñó todo. Sé quienes saben, sé quiénes pueden hacer las técnicas, y sé quiénes no. Si le entrego a alguien un cinturón nuevo, es porque ya me demostró varias veces que tiene el nivel requerido.

—¿Por que voy a traer a alguien externo, que no conoce a mis alumnos, a aplicar examenes?

Esta fue una conversación real, que tuvimos con un reconocido sensei de artes marciales, noveno dan, y con amplia experiencia a nivel nacional e internacional en su disciplina.

Podemos estar de acuerdo o no con este sensei, pero la anécdota nos puso a pensar: ¿De verdad sirven los famosos exámenes de cinturón de artes marciales?

Como dijo este sensei de la anécota, ¿quién mejor que el propio instructor para saber cuáles de sus alumnos están preparados para pasar al siguiente nivel?

¿Para qué traer a alguien de alguna asociación o federación a examinar estudiantes que no conoce, y encima de todo, seguramente está cobrando bastante por darnos el “privilegio” de aplicar los exámenes?

—Es que es esas personas son los representantes de la asociación, las autoridades que deben aplicar los exámenes—, dirán algunos “tradicionalistas”.

Otros argumentarán que no se puede permitir a los senseis que pongan exámenes ellos mismos, pues ¿dónde quedará el orden, la estandarización? ¿Cómo sabemos si los senseis van están capacitados?

Bueno: si tu asociacion te autorizó ya a ti a enseñar, como instructor, ¿no debería confiar en ti?

Si en cambio te prohiben aplicar tus propios exámenes, aun los avanzados, están dando el mensaje de que de hecho no confían en ti, ni en tu capacidad.

¿De verdad habrá algún instructor SERIO (fuera de los McDojos, claro) que regale grados y cinturones como si fueran caramelos, sabiendo que esto depreciaría su valor, y por consiguiente, perjudicaría la reputación de su propia escuela, e incluso estilo?

Lo dudamos.

Además, el hecho de que llegue alguien externo a aplicar los exámenes, no garantiza que sean buenos examinadores tampoco, por muy luminarias que sean. Muchos de ellos viven de glorias pasadas.

Recordamos que uno de nuestros exámenes el representante de una asociación grande y reconocida a nivel nacional, llegó con resaca (o ebrio), pues la noche anterior todos los senseis locales lo habían invitado a “celebrar”.

El examen lo aplicó sin siquiera levantar la mirada para prestar atención a los estudiantes, solamente tenía sus entrecerrados ojos clavados en los documentos de su mesa, y los llenaba mecánicamente, al punto del desmayo.

Obviamente, todo mundo aprobó los exámenes (tras pagar las consabidas cuotas, por supuesto).
Nuestro propio sensei hubiera hecho un mejor trabajo si nos hubiera aplicado él mismo los exámenes, pues conocía nuestras fortalezas y debilidades mejor que nosotros mismos.

Otro riesgo que existe con los exámenes es que practiques y practiques y sepas todo el material de arriba a abajo a la perfección, pero, ¿qué tal si eres una persona nerviosa?

Hemos visto casos de excelentes estudiantes de karate, que pueden repetir todas las técnicas casi a nivel de maestros cuando estamos en clases regulares.

Pero al irse acercando el fatídico examen, se vuelven un manojo de nervios y al llegar el día definitivo, pierden el control y terminan metiendo la pata terriblemente y no aprueban, ante la impotencia de su sensei quien sabe que esos alumnos son perfectamente capaces de pasar al siguiente nivel, pero los nervios los vencieron.

—Pero, ¿cómo que eliminar los exámenes? —protestarán algunos—¿Qué va a pasar con la ceremonia, con la celebración, con la tradición? ¡Hay que resaltar los avances como un evento especial!

De acuerdo, pero todo eso se puede hacer en una ceremonia de entrega formal de cinturones o certificados, a donde se puede invitar a la familia, tomar fotos, dar discursos, etc., etc., pero ya con la seguridad de que todos los homenajeados aprobaron sus exámenes desde hace meses, poco a poco, no en un solo día de golpe y porrazo.

Seamos sinceros: podemos presentar todos los argumentos éticos, morales, y filosóficos defendiendo los exámenes de artes marciales, pero al final, todo se reduce a un simple motivo: DINERO.

Claro, también tiene qué ver el control, la política, la jerarquía, etc., pero más que todo, se trata de sacar DINERO a los alumnos y a sus padres. Algunos exámens (sobre todo a nivel cinturón negro) son muy caros.

Nosotros estamos de acuerdo con esta frase que nos dijo un sensei alguna vez: “Tu examen de cinturón negro comenzó desde el primer momento en que pisaste el dojo”.

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