“Es una desgracia envejecer sin nunca haber conocido la belleza y el poder que nuestros cuerpos son capaces”

 

 


La belleza y el poder del cuerpo humano no se limita sólo a poder romper siete losas de cemento de un golpe, como muestra la imagen.

También puede ser lograr correr una carrera de 1, 5 ó 10 kilómetros. O nadar varias vueltas en la piscina, o escalar montañas, o anotar un gol en un partido de futbol, o hacer gimnasia, o dominar una patada voladora de Taekwondo, o aprender a caer sin lastimarse en judo o jujutsu, y un largo etcétera.

Cada persona es distinta, cada objetivo es personal, cada cuerpo tiene su propia belleza y poder de los que son capaces.

El punto es... ¡hacerlo! Descubrir la belleza y el poder de las que nuestros cuerpos son capaces.

Sócrates (469-399 A.C.) fue uno de los más famosos filósofos griegos, y la imagen que tenemos de él es típica: anciano, de larga barba cana, vestido de túnica, quizá un poco obeso, y sentado cómodamente mientras impresiona a sus alumnos y seguidores con sus profundos pensamientos.

En síntesis, alguien que sólo habla “de oídas”, sobre todo en el tema de las artes marciales y actividades físicas.

Pero Sócrates fue distinto.

En su juventud, Sócrates fue un soldado hoplita de Atenas, de esos de a pie, lanza, espada, casco y escudo.

No sólo eso, fue un veterano de varias batallas en la Guerra del Peloponeso, donde se enfrentó a muerte cuerpo a cuerpo ni más ni menos que contra los soldados espartanos, y sobrevivió para contarlo.

Ni más ni menos...

Encima de todo, se dice que la carrera militar de Sócrates fue ejemplar, hasta ser considerado un héroe que salvó varias vidas en la guerra.

O sea, Sócrates no fue ningún filósofo debilucho, ni un antecesor de los Guerreros del Teclado, al contrario. Fue un profesional en las artes militares y marciales de su tiempo. Se dice incluso que era un experto en lucha.

Por esto, su opinión tiene más impacto, tiene la fuerza de alguien que sabe de lo que habla.

La cita completa está incluída en las Memorias de Jenofonte, uno de los alumnos de Sócrates, y su traducción literal es esta:

“Además, es una vergüenza envejecer por puro descuido antes de ver en qué clase de hombre puedes llegar a ser al desarrollar tu fuerza corporal y belleza hasta su límite más alto. Pero no puede ver eso, si es descuidado; porque no vendrá por sí sola ".

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